Quizás el referente regional más importante en la implementación de policías de proximidad es Brasil, más específicamente Río de Janeiro. En 2008 el gobierno de Río inauguró las UPP (unidades de policía pacificadora).
El concepto de “pacificación” se ha vuelto muy popular tanto entre políticos y expertos, y cada vez son más los que descubren en él la clave para combatir el delito organizado. La primera noción fundamental que sustenta la idea de pacificación es la idea de que el delito es un síntoma de la falta de contención estatal y crece en las zonas donde el Estado no llega o no está del todo presente.
Por eso es que una policía pacificadora es una fuerza policial consciente de que cumple una función elemental y a la vez compleja: llevar el Estado y el orden social a las zonas donde todavía no han llegado.
Las UPP brasileras se instalaron en las distintas favelas y zonas de riesgo de Río de Janeiro con la misión fundamental de velar por el orden, sacar a los delincuentes y favorecer el ingreso de instituciones (escuelas, hospitales, etc.) y comercios que sirvieran para asimilar esos barrios al resto de las partes más integradas de la gran ciudad de Rio de Janeiro. Es, para ponerlo en términos sencillos de imaginar, una campaña civilizatoria: integrar a los marginados en el modelo de civilización de nuestras ciudades y nuestras instituciones democráticas.
Según un informe del Banco Mundial, para 2011 (es decir, 3 años luego de implementadas las UPP) se percibían cambios notables en las favelas. La interacción entre los residentes había mejorado al igual que entre estos y la policía. También habían mejorado la integración de servicios públicos y las oportunidades económicas.
Todo esto tiene una sencilla explicación: donde no manda el Estado, manda el más fuerte, es decir los delincuentes. Donde el Estado no provee servicios, los delincuentes lo hacen. Y donde no hay un mercado laboral formal, crece el mercado informal del delito, especialmente el del narcotráfico.
Por eso es que el caso de Río de Janeiro es un paradigma importante de la lucha contra el delito organizado en la región que es importante emular en sus aspectos más virtuosos, sabiendo por supuesto adaptarlo a las particularidades argentinas.