Durante los últimos años quisieron hacernos creer que la inseguridad era una sensación inculcada en la gente a través de los medios de comunicación. No solo negaba la realidad de millones de argentinos, que se encontraban regularmente sufriendo situaciones delictivas, sino que negaban su capacidad de discernimiento, al sugerir que piensan y sienten como los periodistas (malintencionados, siempre) les dicen que tienen que pensar y sentir.
Cuando se trata del narcotráfico, uno de los problemas más graves de la Argentina, no es necesario remitirnos a grandes operativos para pensar en cómo nos afecta diariamente. La gente común lo vive muy de cerca a través del narcomenudeo. Si bien el narcotráfico es una gran estructura de delitos de diversa escala que parte desde sectores de gran poder y alta jerarquía, llega también a lo más ínfimo de lo social, en delitos y casos de violencia que lamentablemente se viven a diario en diversas zonas de Gran Buenos Aires. El narcomenudeo comprende los robos y maltratos a pequeña escala, que son ciertamente sintomáticos de los grandes problemas estructurales de la industria clandestina de la droga, pero que son los que repercuten inmediatamente en el ciudadano común y con altos niveles de violencia.
Combatir al narcotráfico no puede hacerse solamente accionando sobre lo grande, ni solamente sobre lo pequeño. En Lanus vamos a darle pelea a todos y cada uno de los bunkers que existen. No importa cuan pequeño sean. Todos son un foco infeccioso que debe ser erradicado.
Haremos una acción integrada en ambos frentes, con operativos grandes sí, pero con un control regular de la parte más microscópica, que es la que más siente el vecino. Para ello es necesario entender de una vez por todas que el delito y la seguridad no son sensaciones, sino erupciones diarias que vive la gente de este gran volcán peligrosísimo que son las redes del narcotráfico en la Argentina.